Basándonos
en un artículo que hemos encontrado en una revista de educación hemos
investigado sobre la enuresis o también llamada emisión involuntaria y repetida
de orina a una edad en la que ya se debería haber alcanzado la continencia.
Desde
nuestro blog queremos ofrecer a los padres unas pautas para ayudar a paliar la
enuresis ya que supone una gran incomodidad tanto para el niño como para sus
padres además de acarrear unas consecuencias sociales importantes, como no
querer ir a dormir fuera de casa ni invitar a un amigo, y personales como la
vergüenza y la falta de confianza en sí mismo.
Según
diferentes opiniones de especialistas, unos sitúan que tanto los niños como las
niñas adquieren el control de la orina a los cuatro años, otros, distinguen
entre dos sexos: como en las niñas la maduración de la vejiga ocurre antes que
en los varones, creen que habría que considerar la enuresis a partir de los
cinco años en ellas y de seis u ocho en ellas. Pero actualmente se está
aceptando el criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de
diagnosticar enuresis a partir de los cinco años.
En
cuanto a la frecuencia, la disparidad va desde las cuatro o cinco veces por
semana hasta una vez al mes, durante un periodo mínimo de tres meses. La OMS
estipula una frecuencia mínima de dos episodios al mes en niños menores de
siete años y sólo uno en los mayores de esta edad.
¿Por
qué ocurre? Aunque sólo muy raramente existe una causa orgánica (diabetes,
crisis convulsivas o cualquier disfunción de la vejiga o los riñones), la
mayoría de veces se trata de un problema de aprendizaje: el niño tiene
que aprender a controlar la micción practicando las respuestas involucradas en
la conciencia, como despertarse y controlar la orina.
También
puede ocurrir que después de haber logrado el control del pis durante un tiempo
prolongado, como puede ser entre seis meses y un año, aparezca la enuresis. En
estos casos se considera “enuresis secundaria” y el desencadenante puede ser
algún conflicto emocional: la muerte de alguien querido, la separación o mala
relación entre los padres, cambio de casa o colegio, el nacimiento de un
hermano…Pero aun en estos casos algo falla en el aprendizaje del control de la
micción porque, si no, no se entendería que ante las mismas circunstancias
algunos niños vuelvan a mojar la cama y otros no.
Si
se trata de una enuresis, hay que tener siempre presente que el niño no es
directamente responsable, es
involuntario y le
mortifica a él en primer lugar. Sólo muy raras veces, y entonces no se
considera enuresis, el hacerse pis es intencional. Sea como un desafío a los
padres o porque el miedo de ir al baño, por la oscuridad, es muy fuerte, el
niño, aunque se despierta, no controla la micción. Entonces la solución está en
solventar estas dificultades o miedos.
Lo
que NO hay que hacer:
Si
entendemos que la enuresis es un problema que afecta al niño y que necesita a
los padres para resolverlo, hay una serie de conductas que no le ayudarán en
absoluto:
· -Castigarle o burlarse de él. Cualquier
proceder de los padres que vaya en este sentido aumentará la indefensión y la
inseguridad del hijo.
· -Despertarle de noche por si tiene
ganas de orinar. Sería una casualidad extrema que le despertemos justo cuando
tiene la vejiga llena, lo más probable es que perjudiquemos a su descanso para
nada.
· -Unas braguitas o calzoncillos
especiales. Puede ser un recurso para una situación eventual en que el niño no
duerma en casa pero, por supuesto, no resuelve el problema.
· -Recurrir a la utilización de hierbas o
de medicinas sin prescripción médica.
El
proceso de control de esfínteres es un proceso difícil que se inicia con
el control intestinal diurno, luego el control diurno de la orina y cierto
tiempo después, el nocturno. Algunos niños necesitan una ayuda adicional en
esta última etapa.
Así
como la enuresis afecta emotivamente a los niños, también influye en el ánimo
de los padres que necesitan de la mejor predisposición para enfrentar el
problema. Las afirmaciones basadas en un estudio de Morgan y Young citado en el
libro “enuresis nocturna” tratan de reflexionar sobre lo que provoca en los
adultos la enuresis del hijo. Si estamos de acuerdo con alguna o varias de las
frases es que estamos mostrando indicios de baja tolerancia:
· Si mi hijo fuera algo más maduro, no
tendríamos tanto problema con mojar la cama.
· Hacerse pis en la cama no es un
verdadero problema
· El niño dejaría de orinarse si lo
intentara con verdadero empeño.
· Castigo a mi hijo cuando se hace pis
en la cama.
· Generalmente la enuresis se soluciona
sola.
· El que mi hijo se orine en la cama es
muy molesto para los que vivimos con él.
· Le hago ver que me decepciona cuando
moja la cama.
· Hacerse pis en la cama es una sucia
costumbre.
· Detesto la montaña de sábanas que hay
para lavar porque el niño las orina.
· Unos buenos azotes nunca han hecho
daño a ningún enurético y pueden hacerle mucho bien.
· No comprendo por qué mi hijo no puede
estar seco cuando los demás sí pueden.
En
conclusión, ¿cómo podemos
ayudar al niño?:
Como
es una situación que el pequeño no puede controlar, necesita de todo el apoyo
de sus padres, su comprensión y su paciencia para ayudarle a resolver este
problema que tantos trastornos puede ocasionarle.
Lo
principal es mostrarle que estamos a su lado, igual que cuando tiene un catarro
y le ayudamos a curarse. La enuresis es tan involuntaria como una enfermedad
pero depende de la actitud de los padres para que el niño no sienta culpa y se
vea motivado para enfrentarla.
Una
vez que el pediatra haya descartado alguna causa orgánica, conviene consultar
con un especialista en psicología infantil para que nos guíe durante el
tratamiento.
Lo
que si podemos hacer desde un primer momento es involucrar al niño en la
atención del problema. Por ejemplo, solicitarle que ayude en el cambio de la
ropa de cama.
Para
informarnos más sobre este tema podemos consultar en el libro “enuresis
nocturna” (editorial Pirámide, Madrid, 2009)
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